VERTIGO.

 

Muerte de placer,
al envenenarte con el dulce tentador de mis labios,
matame, destilando en mi boca
el licor que hechiza mi sentir.

Estremece tus instintos salvajes
devorando mi piel amarga y de almibar,
cubrete de piel...
!de vino con sabor a miel!
con sabor a mis deseos, a mi carne, a mi pecho;
limpia el oxido de mis pasiones
con el liquido maravilloso de tus anhelos,
de tus instintos mas primitivos,
palpita en mis nacarados muslos,
encadena tus movimientos a mi cintura
con el estallido de tu varonil intimidad.
Dancemos dulce hombre
con mi sonrisa color de sol
y tu piel color de noche,
bailando asi en la desnudez total
llename de tu vida cabalgando
en mi locura frenetica.
Dejame llenar de locura, lujuria,
de pecado perdonado,
la humedad de tus abismales horas,
dejate llevar en mi desbordante emocion;
bailemos la danza de amor y muerte
en el instante mismo del extasis sublime,
dejemos que los sueños nos cubran de dulce reposo
luego del delirante estallido...
duermete en mi, mientras
yo acurrucare en ti toda mi soledad,
acunare mi sentimiento mas delicioso;
asi nos sorprendera el amanecer,
siendo una silueta fundida, complacida y enamorada.

MARTHA LYDA MARULANDA RODRIGUEZ.

La poeta irreverente.